Archivo mensual: julio 2015

Pablo Aimar: «Qué bueno que viniste pibe»

No podía ser otro día que un 14 de febrero, creo del 2001, cuando Pablo César Aimar, conocido como el ‘Cai‘ o el ‘Payaso‘, se enfundó por primera vez la camiseta del Valencia. Delante nada más y nada menos que un Manchester United dispuesto a frenarlo y avisarle que Europa no es América. Nada más allá de la realidad. Esa noche el balón buscaba a Aimar porque tras muchos años por fin alguien lo cuidaba.

  

Pablo sacó la batuta y empezó a diseñar un estilo de juego diferente, novedoso para Mestalla. ¡Un jugador pidiendo el balón constantemente! Eso era, por desgracia, poco habitual. Y empezó el recital: controles con ambas piernas, pases entre líneas, desmarques, regates con balón, sin balón… Y un largo etcétera para volver locos a los ‘diablos rojos‘. Faltó el gol, ese premio balompédico que tan cruel es con algunos que les impide alcanzar el olimpo de los dioses.

La conexión Valencia-Argentina, siempre ha funcionado y el Cai, como el resto de compatriotas (Kempes, Claudio López, Kily, Ayala…) se hizo ‘inmortal’. “Vamos Pablito Aimar…que la gloria volverá” cantaba la grada, y la gloria regresó a Mestalla. 31 años después el Valencia fue Campeón de Liga, y de UEFA, y Aimar fue uno de esos privilegiados.

No voy a entrar en esa absurda disputa, muy típica de la afición blanquinegra, de si fue determinante o no. En ocasiones se pierde el tiempo en tonterías en lugar de disfrutar de lo que sucede delante de ti. Mi opinión es que en las ‘Ligas de Benítez‘ el triunfo llegó por el trabajo en equipo y el Cai fue titular indiscutible.

Por encima de triunfos o copas, uno se queda con imágenes imborrables que convierten en arte un deporte que consiste en darle patadas a un balón. Controles de espalda, caños o simplemente la forma con la que llevaba el cuero hacia el área rival. Aquél pequeño pibe que siempre parecía jugar con una camiseta una talla mayor que la que le correspondía devolvía la magia a Mestalla con sus diabluras.

Imágenes como aquel golazo por la escuadra en Tenerife. Aimar recoge el esférico en el centro del campo, recorte a la izquierda, recorta a la derecha, avanza con el balón tan pegado a él que el rival nunca imaginó que antes de acercarse al área lo lanzara a la escuadra contraria… Gol y tres puntos.

O ese ‘triángulo de las Bermudas’ que se inventaron Albelda, Aimar y Baraja para que el argentino acabara perforando la portería del Liverpool en Liga de Campeones. Fueron cinco segundo mágicos que llevaron durante esa semana el nombre del Valencia a todos los resúmenes mundiales.

Y cómo olvidar esa rabona desde la banda izquierda en el estadio Ciutat de Valencia ante el Levante que, tras dar en la cruceta rozó la eternidad durante un segundo. Yo sigo viendo que el balón cruzó la línea, pero creo que son más las ganas de ver una maravillosa acción en lo que fue un encuentro aburrido.

 En definitiva, ese estilo de juego que eleva el fútbol por encima de resultados y estadísticas, un fútbol basado en las habilidades de aquellos personajes vestidos de corto con un objeto redondo. Un fútbol en el que no importa el escudo o el color de la camiseta, sino el poder sacarte una sonrisa o levantarte de tu asiento con un simple movimiento o acción. Yo sí que disfruté viéndote. Por todo ello, cuando sé que te retiras: “qué bueno que viniste Pibe«.

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